Las familias oaxaqueñas acuden a los cementerios para adornar las tumbas de sus seres queridos con flores de cempasúchil, velas, alimentos y bebidas favoritas del difunto. Durante la noche, permanecen en vela, compartiendo anécdotas, rezos y música, creando un ambiente de respeto y amor.
En comunidades como San Agustín Etla, las "muerteadas" son desfiles nocturnos donde los participantes se disfrazan de personajes como la muerte, el diablo o el cura. Acompañados de música de banda, recorren las calles representando escenas teatrales humorísticas que mezclan sátira y tradición.
Las calendas son procesiones festivas que incluyen música, danzas y fuegos artificiales. Se realizan para anunciar y celebrar eventos importantes, y durante el Día de Muertos, sirven para invitar a la comunidad a participar en las festividades.
Además de las veladas, es común que las familias visiten los panteones durante el día para limpiar y decorar las tumbas, y para convivir con otros visitantes en un ambiente de respeto y camaradería.
En algunas localidades, las campanas de las iglesias repican durante todo el día como una forma de guiar a las almas de los difuntos hacia sus hogares y recordar a la comunidad la importancia de la fecha.
El uso de incienso, especialmente el copal, es una práctica común para purificar el ambiente y dar la bienvenida a las almas que regresan. El aroma del copal se cree que atrae y guía a los espíritus hacia las ofrendas preparadas para ellos.